El emprendimiento y crecimiento personal en tiempos de post pandemia

El presente informe tendrá como contenido la definición de ambas acciones como lo son el emprendimiento y el crecimiento personal, informando así cómo es que varios empleos se vieron afectados tras la llegada del virus, covid 19, generando así el emprendimiento propio. Veremos ciertos casos de Ecuador.

Para el año 2019 todos los empleos estaban en constante funcionamiento, la situación económica en el país era normal, siempre el emprendimiento ha existido ya que son personas que al no encontrar empleo sea por equis motivo se dedican a crecer por ellos mismos. En diciembre del mismo año se dio a conocer este virus que poco después es llamada pandemia mundial.

La pandemia trajo varias consecuencias, una de las más importantes es que todos los países entraron en cuarentena, los trabajos ya no eran en forma presencial sino por teletrabajo, pero al ver que no había un salario mensual como años pasados, las personas optaron por emprender y así generar ingresos a sus hogares.

¿A qué llamamos emprendimiento?

Pues bien, el emprendimiento es un negocio a pequeña escala que brinda ya sea un bien o un servicio determinado, esperando tener un fin lucrativo. Aquí viene la palabra emprendedor, que es aquella persona que tiene un conocimiento, la habilidad de producir x bien, en nuestro país la mayoría son artesanos brindan su bien artesanal, también la producción de mermelada casera o peluquería a domicilio.

Muchos emprendimientos se dieron a conocer, tuvieron buenas ventas, aumentaban sus clientes, comunicándose por redes sociales, las mismas que promocionaban sus productos o servicios. Fue el caso de la tienda online Dreamshop, un microemprendimiento que se dedica a la venta de ropa y accesorios para damas (jeans, chaquetas, blusas, zapatos). Es importante aclarar que al momento de ofrecer estos productos cualesquiera debía ser llegado con medidas de bioseguridad que hasta ahora se sigue realizando con el fin de cuidar nuestra salud.

¿por qué crecimiento personal? Esto hace referencia a la serie de actividades que aportan al ser humano, como el descubrimiento de nuevas oportunidades, ayuda a descubrirse y mejorándose a sí mismos. Va de la mano con impulsar el desarrollo de sus propios potenciales, capacidades, habilidades personales.

DATOS CURIOSOS.

  • Muchos dicen que sin tiempos de crisis no hay evolución posible, pero es ahí cuando en estos momentos difíciles es cuando nuestro cerebro produce más y mejores ideas, es por eso que hay que alejar estas emociones negativas para asi surgir a lo positivo.
  • La crisis supone un momento conjunto rural de cambios y evolución, pero la evolución sólo depende de nosotros, es donde debemos de emprender nuevos proyectos y no estancarnos en el camino.
  • Tanto los emprendimientos y negocios pasan por momentos difíciles pero la mejor manera de sobrevivir a esto es insistiendo lo constante y enfocar la pasión por lo que hacen.
  • La regla número uno del emprendimiento es “ser haciendo lo que amamos”. Lo que se refiere es que en nuestros productos o servicios se tiene que ver reflejado el amor por nuestro trabajo.
  • Para un emprendimiento hay que saber cuáles son nuestros objetivos y ponerlos en práctica, las cosas más importantes es atraer a los clientes, tener un método de trabajo, cuidar la imagen del emprendimiento y qué mensaje desea transmitir a través del diseño de la marca o logotipo.
  • Los tiempos de crisis son los mejores para impulsarnos como mejores personas y por ende mejores emprendedores.

Sugerencias para un emprendimiento.

  • Estar atentos a las ideas que nos envía nuestro cerebro.
  • Mirar qué y cómo hacen para triunfar los que consideramos triunfadores.
  • SER haciendo lo que amas.
  • Accionar. Ninguna idea, por más brillante que sea, se ejecuta por sí misma.
  • Mantener la coherencia entre lo que somos y ofrecemos como personas y empresa.
  • Si miras al lado, fíjate en los métodos de trabajo del otro. No husmees para lamentarte.
  • Y no lo olvides: los mejores proyectos van de la mano con el amor por lo que se hace.

Sección de opiniones.

Tener un emprendimiento nos hace evolucionar interna y externamente como persona, es cierto que nos genera ingresos personales, pero es cuestión de cada quién cómo administrar su dinero. Todo producto o servicio debe de ser muy bien atendido, manteniendo en cuenta que existe la competencia, ninguna competencia es mala siempre y cuando sea leal, más bien esto nos genera motivación a crecer con nuestro propio negocio.

Las personas que no tenían trabajo o tuvieron una reducción de sus ingresos, como consecuencia de la crisis provocada por la pandemia de covid-19, han encontrado en sus cocinas la salvación. En estos espacios, las personas han puesto en práctica las recetas que aprendieron de sus madres o abuelas. Otras se han apoyado en tutoriales de Internet.

CASOS EMPÍRICOS DE EMPRENDIMIENTOS TRAS LA LLEGADA DE LA PANDEMIA.

Productos artesanales

En Manta está María José Zambrano, quien tiene arte en sus manos. Es diseñadora de joyas y parte de su equipo son amas de casa que trabajan desde sus hogares. “Son productos elaborados a mano, con materia prima de la provincia como por ejemplo tagua, marfil vegetal, grano de café tostado natural y también semillas”, precisó la emprendedora.

El abanico de productos es amplio. Tiene sombreros de paja toquilla, carteras, pulseras y accesorios de todo tipo. Ahora se encuentra trabajando en su nueva colección que saldrá en los próximos días para la temporada de fin de año. María José ha podido mantener su negocio, comercializando sus joyas a través de redes sociales, de WhatsApp y con el contacto directo con sus clientas.

Venta sin contacto y mensajería en drones

Si utilizar un dron como medio de entrega de paquetería es novedoso, imagínese que además llegue personalizado con música y un mensaje de sus seres queridos. Esa es la idea de Carolina Mayorga, una joven emprendedora quiteña que le apostó a un proyecto que se estrena en el país tras quedarse sin trabajo. Proyecto que surge en tiempos duros de la pandemia donde 10 personas que compartieron esta idea son parte del proyecto.

Los drones llegarán con su mensaje y el regalo que usted elija entre las opciones que ya están determinadas -porque el peso no puede exceder los 150 gramos-, en las mejores condiciones porque son operados por profesionales. “Tenemos compañeros que trabajaban en aerolíneas y se quedaron sin trabajo, son pilotos profesionales que ahora son parte del equipo y son quienes operan el dron.” Carolina y su esposo enfocan sus esfuerzos en patentar esta idea que cada vez tiene mayor demanda. Sus precios son accesibles, considerando que existe también un servicio post venta. La emprendedora entrega un recuerdo al final que consiste en un video y fotos digitales. El precio oscila entre $ 40 a $ 70.

Las Monas

María del Carmen Salazar recurrió a esta iniciativa en abril pasado, se encontraba en el desempleo. Ella empezó preparando bolones, secos de carne y de camarón. Los pedidos los recibía con anticipación para organizar las entregas y prepararlos en las mañanas. En esta actividad productiva colaboraban su esposo e hija de 12 años.

Inicialmente recibía 10 pedidos. Actualmente, ya suman 30 pedidos y en mayor volumen. Este crecimiento le permitió contratar a tres personas y abrir un local en Quito. En esto invirtió USD 9 000. “Mi sueño es tener una cadena de restaurantes”.

CONCLUSIÓN

La innovación es una parte muy fundamental que todo ser humano trae, la misma que hace que ideas brillantes salgan a flote, negocios se inicien de poco. El emprendimiento es una manera de sobrevivir económicamente, ya que se reactiva la economía en momentos de crisis. Esta situación económica ayuda en lo personal, a conocer las habilidades que poseemos, ver qué tanto podemos hacer por nosotros mismos y por los demás. La pandemia trajo mucho dolor a las familias, pero es la misma que también activó el desarrollo de negocios por necesidad.

Fuente: https://www.investig-arte.com/infografias/el-emprendimiento-y-crecimiento-personal-en-tiempos-de-post-pandemia/




¿Cómo funciona la bolsa de valores?

La bolsa de valores es el espacio en el que se compran y venden acciones de las empresas. Los movimientos que tienen lugar en ella condicionan la actuación presente y futura de las distintas compañías que participan en la bolsa. En ocasiones se compara su funcionamiento con el de un mercado, sólo que en este caso los productos financieros que se manejan son divisas, bonos, deudas, créditos y derivados.

Funcionamiento de la bolsa de valores

Para comprender más a fondo el funcionamiento de la bolsa hay que tener en cuenta una serie de conceptos importantes:

  • La bolsa de valores es un término genérico. En todo el mundo hay distintas bolsas en las que cotizan entidades y empresas de mercados concretos.
  • Las empresas venden o compran acciones en este espacio. El precio de las acciones lo establece el libre mercado, es decir, que aquellos que están dispuestos a comprar realizan una oferta y los que desean vender deciden si aceptan o no la propuesta. A esto se le conoce como operaciones bursátiles.
  • Los corredores de bolsa actúan como intermediarios entre los vendedores y compradores de las acciones. Basta con que los inversores informen sobre los mercados en los que desean operar para que los corredores se encargan del proceso de compra-venta.
  • Las ofertas que hay en la Bolsa de Valores son públicas. De esta manera ganará en prestigio y credibilidad, al facilitar una mayor cantidad de información. A partir de ese instante el agente particular o la empresa puede saber las características de la oferta y la situación económica de las compañías que la han puesto en bolsa.
  • La información debe permanecer actualizada. Así los posibles inversores tendrán la posibilidad de analizar si los productos que se ofertan se adaptan a sus intereses. La viabilidad de las ofertas puede cambiar de forma destacada de una jornada a otra.

¿Para qué sirve la bolsa de valores?

La introducción de una empresa en la bolsa de valores supone una buena manera de financiamiento para aquellas compañías que tengan interés en expandirse y no dispongan del suficiente dinero para hacerlo. Para ello tienen la posibilidad de emitir acciones o deuda en la bolsa de valores. Una acción pasará a ser parte del capital social de la organización, por lo que al crear más acciones y emitirlas podrán conseguir capital de distintas personas. Por su parte, al emitir deuda en forma de bonos conseguirán vender los pasivos de la empresa a un precio y plazo concreto.

La emisión de deuda o acciones por parte de una compañía le ayudará en la obtención de dinero líquido que le servirá para la posterior inversión en mejoras, ya sea para la compra de maquinaria, ampliación de instalaciones, la construcción de una nueva planta, etc.

Por otra parte se encuentra el accionista, que hace una inversión al hacerse con títulos de la empresa. Espera conseguir un rendimiento periódico por dividendos o una rentabilidad por vender dicha acción a un precio más elevado. También está el tenedor, que es un inversionista que al adquirir un bono espera obtener intereses periódicos o un rendimiento a la conclusión del plazo.

El mercado en donde tienen lugar todas estas negociaciones es el mercado de valores. Reciben la denominación de valores ya que implican un derecho parcial de propiedad sobre una compañía (acciones) o sobre una obligación o título (bonos). Hay que aclarar que las inversiones en acciones están consideradas como de renta variable ante los constantes cambios que puede percibir el inversionista por concepto de dividendos. Por su parte las inversiones en deuda se le denomina como renta fija ya que las tasas de interés de estos instrumentos se establecen con anterioridad y los cambios que pudieran darse serían inferiores que en las acciones.

Ahora que ya conoces el funcionamiento de la bolsa de valores, te recomendamos que conozcas cómo aprender a invertir de forma correcta para conseguir las mejores rentabilidades.

Fuente: https://www.economiasimple.net/como-funciona-la-bolsa-de-valores.html




Las siete leyes espirituales del exito




KEN WILBER Y LA IMPORTANCIA DE LAS ESTRUCTURAS DE CONCIENCIA EN LA ESPIRITUALIDAD

En su libro La religión del futuro, el fundador del Integral Institute y cofundador de Integral Life Ken Wilber pone en la mesa de diálogo la ciencia Occidental y la espiritualidad Oriental que, según afirma, «jamás se encuentran». Su objetivo es trazar un profundo análisis integral del conocimiento religioso y espiritual del mundo que se nutra, al mismo tiempo, de los grandes avances científicos.

En el artículo que aquí presentamos, extraído de La religión del futuro, Ken Wilber pormenoriza las diversas estructuras de conciencia en la espiritualidad para acercarnos a su comprensión.

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Nuestra revisión global de los estados de conciencia y de su despliegue ha puesto de relieve que, por la razón que sea, la mayoría de los modelos occidentales de desarrollo no incluyen los grandes estados del desarrollo y que tampoco han tenido en cuenta cosas tales como la iluminación, el despertar o la metanoia. Estos, como ya hemos visto, se limitan a hablar de las estructuras de conciencia y de los estadios de las estructuras o visiones (que nos gobiernan tanto el modo en que despertamos como el modo en que nos desarrollamos). No está claro por qué, centrando su atención en las estructuras de conciencia y su desarrollo, los investigadores occidentales no tuvieron en cuenta los estados. Quizás fuese porque, cuando apareció la moderna psicología occidental, hacía mucho tiempo que la mayoría de las religiones habían renunciado al desarrollo de los estados contemplativos y no había, en consecuencia, muchas personas que hubiesen alcanzado estadios de los estados superiores al ordinario o al sutil.

Pocas oportunidades había, en esas condiciones, para cobrar conciencia de un posible desarrollo de estados. Las estructuras, por su parte, aunque no resulten accesibles a la introspección, la fenomenología, la meditación o la contemplación (y que rara vez se encuentren, como ya hemos dicho, en las distintas tradiciones de sabiduría), se ponen claramente de relieve a través de estudios como, por ejemplo, el estructuralismo evolutivo. Por eso, los modernos investigadores que han utilizado estas herramientas han llegado de manera casi unánime a la conclusión de que todo ser humano empieza su vida en algo semejante al estadio arcaico (sensoriomotor, fisiológico/alimentario, indisociación/fusión) y que, desde ahí, empieza su proceso de desarrollo a través de una secuencia de distintos estadios de las estructuras que va desde el estadio mágico hasta el mágico-mítico, el mítico, el racional y otros estadios superiores.

No es de extrañar, por tanto, que los estudiosos del desarrollo adviertan la presencia, en todos los seres humanos, de los mismos niveles en todas las líneas estudiadas. También hay que incidir en el hecho de que el desarrollo de los estados es un proceso generalmente voluntario y elegido.

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Quien quiera cambiar su centro de estado de gravedad desde el estado ordinario hasta el sutil, el causal, etcétera, deberá asumir una práctica o una serie de prácticas concretas, algo a lo que muy pocas personas se muestran dispuestas.

A diferencia, pues, de lo que pasa con el desarrollo de las estructuras, que se suceden de manera natural a lo largo del proceso de desarrollo, el desarrollo de los estados es algo raro, esporádico y, a menudo, idiosincrático. Como el desarrollo de las estructuras ocurre en todo ser humano, independientemente de que lo decida, las poblaciones examinadas por los desarrollistas mostrarán varios estadios de las estructuras, pero muy pocos —si es que descubren algunos— estadios de los estados. De ahí la predominancia, en los modelos occidentales modernos, de una secuencia de estadios de las estructuras (o niveles de la evolución) que se ven obligados a atravesar las distintas inteligencias múltiples (o líneas del desarrollo), es decir, de líneas que atraviesan distintos niveles o de aptitudes horizontales que atraviesan distintas altitudes verticales. Estos niveles se hallaban por doquier mirase el desarrollista, lo que explica que sus modelos, mapas y teorías se centren casi exclusivamente en ellos.

No es que los modelos occidentales fuesen especialmente antiespirituales, seculares ni que se empeñasen en eludir los estadios transpersonales, sino simplemente que eran muy pocas las personas estudiadas que habían alcanzado esos niveles superiores.

Y ello no solo afectó, como acabamos de ver, a los estados superiores, sino también a las estructuras más elevadas. Cuando los investigadores evaluaron a las personas utilizando instrumentos o metodologías como el estructuralismo dinámico, por ejemplo, descubrieron que la gran mayoría detiene su proceso de desarrollo adulto en alguno de los estadios de la conciencia de primer grado (como, por ejemplo, la religión fundamentalista mítica, el materialismo científico racional moderno o el multiculturalismo postmoderno).

Es muy extraño que el individuo se desarrolle hasta los escalones-estructuras integrales propios de la conciencia de segundo grado, y más todavía que llegue a los escalones-estructuras supraintegrales característicos de la conciencia de tercer grado. De hecho, la investigación basada en la obra de Clare Graves realizada al respecto sugiere que el porcentaje de individuos que actualmente han alcanzado la conciencia de segundo grado gira en torno al 5%, el de quienes han alcanzado el estadio superior de la conciencia de segundo grado (es decir, el nivel visión lógica superior, centauro tardío o fulcro 8) es de un 0,5% (lo que significa, 1 de cada 200 personas) y que el número de quienes se hallan en la conciencia de tercer grado es solo, en el mejor de los casos, una décima parte de eso. No es de extrañar, por tanto, que, cuando el investigador estudie la población promedio, muy pocos de los cuales son meditadores avanzados, descubra muy pocas personas que hayan alcanzado la conciencia de segundo grado y mucho menos todavía las estructuras transpersonales, supraintegrales o espirituales del desarrollo propias de la conciencia de tercer grado.

Conviene subrayar una vez más que no se trata de que los investigadores occidentales fuesen deliberadamente antiespirituales, sino que muy pocas de las personas a las que investigaban estaban comprometidas en prácticas que se ocupasen de estados más elevados (más allá de ordinario o sutil) o de estadios de las estructuras más elevados (más allá de la conciencia de primer grado). Y, como muy pocas de las personas que estaban investigando se habían adentrado en los reinos prepersonal y personal, no es de extrañar que los investigadores soslayasen los niveles transpersonales y transracionales auténticamente espirituales (y muy distintos, por cierto, al nivel de la religión mítica prerracional).

Merece la pena recordar que, al descubrir la dirección clara y evidente del desarrollo evolutivo —que va desde lo prerracional hasta lo racional e incluso a niveles superiores aparentemente transracionales—, postularon, más allá de las estructuras-niveles superiores de la conciencia de segundo grado, la existencia de niveles transpersonales, místicos y espirituales más elevados. Lawrence Kohlberg, por ejemplo, afirmó que, más allá de su nivel más elevado (el nivel 6), había un séptimo nivel al que denominó universal-místico. Abraham Maslow, por ejemplo, descubrió, más allá de su nivel de autorrealización (segundo grado), un nivel más elevado al que llamó autotrascendencia (transpersonal de tercer grado), y Susanne Cook-Greuter expandió el espectro del desarrollo del ego de Jane Loevinger más allá del centauro de segundo grado en busca de estadios de tercer grado, cosa que también hicieron Jenny Wade y Clare Graves.

En general, Occidente es Occidente y Oriente es Oriente y (aparentemente) jamás se encuentran. Los sistemas orientales (y los sistemas contemplativos occidentales) trabajaban con estados y estadios de los estados del desarrollo, es decir, con el despertar (en comunidades de personas que habían asumido voluntariamente prácticas meditativas o espirituales que les permitían acceder a los estados elevados de conciencia que tan cuidadosamente estaban cartografiando), razón por la cual incluyeron, en sus mapas, estados elevados de iluminación, despertar y liberación.

Los sistemas occidentales, por su parte, trabajaban con estructuras y estadios de las estructuras y se concentraban en el desarrollo, pero sin llegar a incluir, por las razones anteriormente aducidas, los estadios más elevados del desarrollo (es decir, los niveles transpersonales y supraintegrales propios de la conciencia de tercer grado). Así pues, las teorías occidentales se centraron en la verdad relativa, pero sin la menor comprensión de la verdad última, del despertar y de la liberación, mientras que los sistemas orientales se dedicaron a hablar de la verdad absoluta, la iluminación y el despertar último y tenían, en consecuencia, comprensiones muy pobres y limitadas de la verdad relativa y de las estructuras del desarrollo.

Por eso, durante casi toda la historia de la humanidad, estas dos importantes secuencias del desarrollo —los estados del despertar y las estructuras del desarrollo— nunca han llegado a complementarse adecuadamente.

A ello se debe, por desgracia, que la humanidad —tanto oriental como occidental— haya estado, hasta la fecha, tan profundamente fragmentada. Podemos ver muestras evidentes de esta fragmentación en casi cualquier área en la que miremos, desde la filosofía hasta la psicología, la teología, la meditación, el gobierno, los sistemas legales, los sistemas educativos, los sistemas familiares, los acuerdos empresariales y financieros y las relaciones de sexo y de género, por nombrar solo unas pocas. La historia de la humanidad ilustra perfectamente la historia de esta fragmentación.

Una de las ventajas de la teoría integral es la de unificar ambos ejes del desarrollo, una actividad que se ve favorecida por el descenso y la emergencia de los niveles integrales propios de la conciencia de segundo grado dispuestos a emprender este tipo de tareas totales.

Los estados y las estructuras son muy importantes, pero por razones muy distintas. Aquellos nos abren a dominios cada vez más profundos de la realidad, a reinos de la Talidad de la Presencia cada vez más próximos a la Vacuidad última, la Realidad absoluta y la Gran liberación.

Los rasgos profundos de esos estados/reinos determinan los fenómenos que emergen (objetos ordinarios, objetos sutiles, objetos causales y objetos no duales) o, dicho de otro modo, el estado es el que determina el qué de la manifestación. El desarrollo a través de los estados nos hace cada vez más presentes a la Presencia, el núcleo mismo de la Realidad tal cual es, su Talidad, Esidad y Esencia. Las estructuras, por su parte, determinan cómo se interpreta y experimenta cualquier experiencia, incluidas las experiencias de estado y las experiencias meditativas. Una experiencia cumbre del reino causal superior, por ejemplo, estará marcada por los rasgos de las estructuras profundas propias de ese reino/estado, pero sus detalles y peculiaridades dependerán de la estructura que haya tenido la experiencia (en los 4 cuadrantes). Como ya hemos dicho en varias ocasiones, una experiencia mítica de lo causal es muy diferente a una experiencia integral de lo causal.

https://www.letraskairos.com/sabiduria/ken-wilber-y-la-importancia-de-las-estructuras-de-conciencia-en-la-espiritualidad




Thoreau o la defensa de la vida salvaje

Una biografía definitiva detalla facetas nuevas del referente de culto de naturalistas

Lo dejó todo para irse a vivir a una cabaña y puso en práctica su experimento: dos años, dos meses y dos días con lo mínimo, “desnudo de equipaje” y sin cesar de investigar sobre el vínculo entre el hombre y la naturaleza. De esa experiencia vital que le marcaría surgió Walden , un libro de culto, aún hoy guía de muchos.

Henry David Thoreau fue tantas cosas que resulta difícil resumirlas. Agrimensor, conferenciante y fabricante de lápices. Naturalista, disidente, abolicionista, insumiso, ecologista, eremita, defensor de la desobediencia civil, Thoreau vuelve. Miradas de diversos sectores regresan hoy para rescatarlo como referente de quien fue, además, escritor, poeta y filósofo.

La profesora universitaria Laura Dassou Walls, autora de Henry David Thoreau. Una vida (Cátedra) explica cómo apareció el personaje en la suya. Un día sacó un librito verde de la estantería de una librería, “muy parecido a otro que había robado”. Tenía un título doble: Walden y Desobediencia civil. Abrió una página al azar y leyó: “Han pasado treinta años y no he recibido ni un buen consejo. No confiéis en nadie que tenga menos de treinta”.

Quedó atrapada, claro. De ahí surge este libro sobre el filósofo de la naturaleza que más ha influido en creadores posteriores y que se convierte en su biografía definitiva.

Henry David Thoreau (Concord, 1817-1862) construyó su casa en la Laguna de Walden, volvió a la esencia humana y en ella encontró lo social y lo emocional. El bosque, el universo, el respeto por la ley natural. Era capaz de leer en seis lenguas pero para él la literatura era sólo una: la universal. Los senderistas le adoran, los ecologistas también.

“Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente sólo para hacer frente a los hechos esenciales de la vida, y ver si no podía aprender lo que tenía que enseñar, y no descubrir al morir que no había vivido. No quería vivir lo que no era vida. Ni quería practicar la renuncia, a menos que fuese necesario. Quería vivir profundamente y libar toda la médula de la vida, vivir tan fuerte y espartano como para prescindir de todo lo que no era vida…”, escribió.

Llevaba la insurrección en el ADN. Su abuelo materno, Asa Dunbar, ya había liderado en Harvard, en 1766, la “rebelión de la mantequilla”, que fue la primera protesta estudiantil registrada en las colonias americanas. Cuentan que Henry David Thoreau entró en Harvard como un chaval apocado de 16 años y salió de ella como un hombre trascendente, de ideas sólidas y, por supuesto, avanzadas a su tiempo.

Premoniciones y vigencia

Ecólogo, disidente, eremita, defensor de la desobediencia civil, Thoreau vuelve

Cruzó varias fronteras legales, dejó de pagar algún impuesto como queja simbólica (su oposición a la guerra mexicano-americana y a la esclavitud, gesto por el que acabó en prisión) y fundó junto a su hermano John una escuela donde estaba prohibido el castigo físico, que en aquella época era el pan de cada día. Más tarde sería la muerte de John –una infección al cortarse mientras se afeitaba– la que acabaría por sumir a Thoreau en una profunda tristeza, añadida a su inquietud habitual.

En marzo de 1845 William Ellery Channing (principal portavoz de los pastores unitaristas frente a los puritanos de Nueva Inglaterra) ya le había dicho: “Vete, construye una cabaña y comienza el gran proceso de devorarte a ti mismo, no veo otra alternativa ni esperanza para ti”.

Dos meses después, Thoreau se embarcó en ese experimento de dos años de vida sencilla que inició el 4 de julio de 1845, al mudarse a una pequeña casa que había construido en la tierra propiedad de Emerson (además de amigo, Thoreau fue instructor y cuidador de sus hijos) en un bosque de repoblación alrededor de las costas de Walden.

Eran catorce acres. Estaría a unos dos quilómetros y medio de su familia y no se desviaría de su experimento de absoluta observación, inmersión, en la naturaleza. Si le llamaban para una conferencia Thoreau contestaba: “Si voy al extranjero a dar una conferencia, ¿cómo podré recuperar el invierno perdido?”. Un argumento fiel a su famoso aforismo: “Vive en casa como un viajero”.

El libro distribuye todo ese valioso material para que nos sea útil ahora. Incluye material complementario: varios planos simplificados de la laguna de Walden, las cajas de lápices Thoreau, la reproducción de la popular portada de Walden con el dibujo que Sophia Thoreau hizo de la casa de su hermano, los muebles que diseñó él mismo, instrumentos de medición y objetos personales. También material fotográfico como el daguerrotipo tomado en Worcester y fechado en 1856, por ejemplo donde aparece con la típica “barba Galway”. Aunque, como detalla Laura Dasow, no había mucha imagen donde buscar: Thoreau sólo se sentó tres veces en la vida para ser retratado.​

Libros sobre los bosques y la vuelta a la naturaleza teñidos de reflexiones necesarias para la supervivencia del hombre contemporáneo –aquel que no quiera ser devorado por las prisas y el exceso– ya hace un tiempo que han vuelto al mundo editorial. Y parece que para quedarse. En ese sentido, obligatorio recordar el trabajo de la editorial Errata Naturae con un catálogo amplio y especializado.

Lo natural, sagrado

Creía que el más ligero cambio en la naturaleza podía llevar al fin de la humanidad

Y siguiendo al hombre que nos ocupa, el mensaje no se limita a la defensa de lo salvaje. Hay muchos otros frentes aliados a los que él mismo llamó “causas hermanas”: desde la causa contra la esclavitud a la defensa de la igualdad entre géneros o el derecho a ejercer de revulsivo antigubernamental, si se tercia. Ya Thoreau, defensor de causas justas, lo intuyó de joven: faltaba una interpretación que obligaba a remontarse al Manantial de la verdad.

Creía que incluso un ligero cambio en los procesos naturales –en invierno algo más de frío, una inundación algo mayor– podría llevar a la humanidad a su fin. La mínima y trivial modificación crea nuestro entorno. La realidad le está dando la razón. Dependemos, pues, de la naturaleza salvaje.

La influencia de la ciencia en las obras literarias de autores como Henry David Thoreau –no es el único, pero sí el referente– es crucial y, ahora que el equilibrio medioambiental se resquebraja más vigente que nunca. Si un autor apoyó insurrecciones, éste fue él.

Para la autora de la biografía, “fue un científico natural que nos dio la profunda poesía de la escritura de la naturaleza, un activista político que nos adelantó a adentrarnos en el gran experimento de la vida. ¿Dónde apunta el extremo de la flecha de Thahatawan? ¿Hacia el pasado o hacia el futuro?

Los últimos años, en Walden pasaban más de veinte trenes de pasajeros y otros tantos de carga, pero Thoreau quiso desafiar ese ruido diario del ferrocarril. Resistir. Los escritos de Thoreau pasaron a influir en muchas figuras públicas, desde líderes políticos y reformistas como Gandhi al presidente estadounidense John F. Kennedy o el escritor León Tolstói.

Martin Luther King anotó en su autobiografía que su primer encuentro con la idea de la resistencia no violenta fue la lectura de La desobediencia civil, de Thoreau, en 1944. Al fin de su vida, cuando ya sus bronquios dijeron basta, alguien le preguntó si ya se había reconciliado con Dios. Thoreau respondió: “Ignoraba que nos habíamos peleado”. El gran filósofo de la naturaleza murió a los 44 años y sus últimas palabras fueron: “Ahora viene la buena navegación”.

LIBROS SALVAJES PARA AMANTES DEL BOSQUE

Estos son algunos libros recomendados por el Consejo de Administración Forestal (FSC), que certifica la gestión sostenible de los bosques:

-El bosque. Intrucciones de uso (Obelisco), de Peter Wohlleben. Este guarda forestal sabe que en los bosques sucede mucho más de lo que parece y cuenta lo necesario para disfrutar una excursión.

-Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal (Galaxia Gutenberg), de Stefano Mancuso. El fascinante mundo de las plantas desde la ciencia: son sensibles, se comunican, duermen, memorizan, cuidan de sus hijos, tienen personalidad y toman decisiones.

-Invierno (Errata Naturae), de Rick Bass. En el valle del Yaak, en Montana, viven treinta personas, osos, lobos, coyotes… El autor, texano, relata su encuentro allí con el invierno, un paisaje feroz que reclama vidas para seguir avanzando.

-El diario del naturalista (Errata Naturae) de Nathaniel T. Wheelwright Bernd Heinrich. Dos reputados naturalistas enseñan cómo observar la naturaleza y sus cambios.

-Walden (Errata Naturae), de Henry David Thoreau.

-Diario Rural. Apuntes de un naturalista (Pepitas de calabaza) de Susan Fenimore Cooper. La hija del autor de El último mohicano relata la vida campestre en sus estaciones cuatro años antes que Walden.

-Laudatio Naturae (Línea del Horizonte), de Joaquín Araujo. Un libro dedicado al agua, el silencio, el vacío, los árboles, la vivacidad, los ciclos de la vida y la música de los pájaros.

-Un año en los bosques (Errata Naturae), de Sue Hubbell. Siguiendo el ejemplo de Walden, la bióloga marcha a la montaña con su marido, que pronto la abandona. A solas en el bosque crea su felicidad.

-Nuestra casa en el bosque (Volcano Libros), de Andrea Hejlskov. Una familia huye al bosque profundo para comenzar una nueva vida.

-El libro de la madera (Alfaguara), de Lars Mytting. Una guía sobre las mejores prácticas, un manual con consejos para elegir marido según el modo de apilar la leña y una meditación sobre el instinto humano de supervivencia.




Por las malas, el coronavirus nos hará entender que el dinero es un medio y no un fin

“Allí donde está el peligro, crece también lo que nos salva”, memorable verso de Hölderlin, en su poema Patmos, cuya vigencia se extiende, generosa, hasta nuestros días.

En particular, el verso del poeta alemán resuena como una evocación y un desafío, durante la pandemia que no sólo nos ha llevado a lidiar con el conflicto trágico entre la salud y la economía, sino que, además, nos hace monotemáticos. ¿Qué es entonces lo que nos salva no sólo del virus que nos asalta, sino, además, de los riesgos surgidos en el último par de siglos como serían el holocausto nuclear y el cambio climático, la sociedad del control y una inteligencia artificial emancipada de su artífice (en concordancia con un temor ancestral que se remonta a la leyenda del Golem)? Si el origen común de los peligros en cuestión no  es otro que la inmoderada ambición del homo sapiens que busca afuera lo que le falta adentro, una pregunta se impone enseguida. ¿Es posible hacer del reto que nos compete la oportunidad para repensarnos, para reiniciarnos, inclusive, como se estila en los cultos mistéricos por conducto de una experiencia extrema, según reza el guión del ritual oficiado en Eleusis? Intentaremos contestarla.

Si en lo relativo al coronavirus el número de contagios es proporcional al número de contactos, empezamos a entender que dependemos de los demás, como ellos de nosotros. Siglos después de la construcción del concepto de individuo, del latín individuus, indivisible, descubrimos el infundio, cuando reconocemos que el ser humano no adquiere su condición de tal haciendo abstracción de los demás, sino interactuando con ellos, para no hablar de la multiplicación de los yo de turno que rotan en el mismo cuerpo. No faltan los desvíos, sin embargo. En complicidad con la racionalidad instrumental, el ancestro reptil fomenta la codicia. En lo sucesivo, la naturaleza, el Estado también, se conciben como botín, y nuestros semejantes, como un medio y no como un fin. No en vano, Frans de Waal acuña el concepto de inteligencia maquiavélica para referirse al afán por acumular dinero y poder a ultranza, por sobresalir si fuera necesario o aún innecesario. No es la única pulsión que nos asecha, por fortuna. Como mamíferos sabemos que las crías mueren si no se les presta la debida atención, y más exactamente, si los adultos de su estirpe no se ocupan de ellas. Como mamíferos, hemos sido forjados por la solidaridad; verificada en el ámbito familiar, la hemos hecho extensiva, en alguna medida, a la sociedad, como quería Confucio. 

Mamífero y reptil, fue la doble condición del primate que se arrojó a la sabana a raíz de un cambio climático hace seis millones de años. Debiendo enfrentar en grupo feroces depredadores a riesgo de perecer si no lo hacía, el homínido articuló el individualismo con la solidaridad. De ese malabarismo surgió el lenguaje. Tarde o temprano el equilibrio fue roto. Cultos de salvación que nos dicen que el individuo se salva solo o se condena solo; capitalismo entendido como liberalismo económico, en tiempos de la globalización y el neuromarketing, que pone a competir a todos contra todos y en el que el estigma del pecador ha sido trasferido al perdedor, han socavado la solidaridad y potenciado el individualismo. Todo lo cual ha sido reforzado por las nuevas tecnologías, cuyas pantallas nos atrapan; ensimismados hacemos tránsito del consumo conspicuo (para humillar a los demás, de acuerdo con Veblen) al emocional (por el simple placer de comprar, según Lipovetsky) sin apenas notarlo.

No somos autosuficientes, dependemos de los otros. He ahí la moraleja derivada de la pandemia que nos aqueja, traumática experiencia que acaso azuce al mamífero y modere al reptil que cada uno lleva adentro. Quizá entendamos que no es posible el crecimiento infinito en un planeta finito, que hay un punto en que más es menos; que el verdadero poder, si lo hubiera, es el que uno tiene sobre su tiempo libre; que el trabajo no es una mercancía (Karl Polanyi), que no se reduce a eficiencia y productividad, ni mucho menos, y que la finalidad de la economía, en síntesis, no es el crecimiento sino el bienestar. De como actuemos en esta encrucijada, y sobre todo, del viraje que demos a nuestras vidas en la pospandemia, habrán de hablar los antropólogos del futuro con conmiseración o jactancia.  Puede ocurrir que sacrifiquemos la privacidad, y por su conducto, la libertad de pensamiento, cuando a la vulnerabilidad de la civilización adicionemos la de la cultura, o que fortalezcamos el sistema de salud como un bien público verdaderamente prioritario, no supeditado al concepto de rentabilidad, por supuesto, o nos interesemos en las teorías del decrecimiento.

Un trágico episodio como el que gravita alrededor del coronavirus revela con elocuencia la fragilidad del homo sapiens, la de su cuerpo vencido por un ser a mitad de camino entre la materia inerte y la materia orgánica, la de su psique reactiva al miedo, y aún a la ira y a la tristeza, así como el carácter interdependiente de la humanidad. Ha llegado la hora de revisar la manía de transmutar los medios en fines, como acontece con el dinero, la de convertir la salud en negocio, por ejemplo, y cuyas secuelas –impúdica concentración de la riqueza, políticos de alquiler o democracias prepago- comprometen el bienestar de la humanidad, su supervivencia, inclusive.

Hay quienes sostienen que habiendo llegado a cierto punto de avance tecnológico, una civilización fatalmente se destruye, y hay muchas maneras de hacerlo. Acaso sea esa la razón por la que nadie se ha comunicado con nosotros en el infinito o cuasi infinito universo o multiverso. ¿Seremos la excepción o la regla? El azar, en Wuhan, nos ha dado la ocasión de elegir. ¿Actuaremos a tiempo o a destiempo? Ahora no leemos la historia, la vivimos, en primera persona y en tiempo real.




Así es cómo hacer ejercicio aumenta tu capacidad de autocontrol


El autocontrol es una de esas características que siempre admiramos en los demás pero que no siempre es fácil practicar nosotros mismos: un dulce que nos encanta, una compra que queremos pero no necesitamos, una cervecita más… La tentación está por todas partes y resistirse no es divertido.

Por otro lado, a veces es necesario. No hablamos de no concederse jamás un desliz, pero vivir de desliz en desliz puede terminar teniendo consecuencias para nuestra salud, nuestro dinero o nuestra vida en general.

Hacer ejercicio puede ser una forma de ejercitar ese poder de autocontrol que todos necesitamos algunas veces, según la conclusión de un estudio reciente.

¿Puede el ejercicio favorecer el autocontrol?

La actividad física tiene un potente efecto psicológico, alterando para mejor nuestro estado de ánimo, ayudando a controlar algunas enfermedades mentales y facilitando el cambio de hábitos y patrones de comportamiento. Así que un equipo de científicos de la Universidad de Kansas decidió poner a prueba su influencia sobre la fuerza de voluntad.

Empezaron con un pequeño experimento piloto en el que dijeron a cuatro voluntarios, todos con vidas sedentarias y sobrepeso, que iban a someterse a un programa de entrenamiento que les prepararía para completar una carrera de 5 kilómetros, y que se analizarían los efectos de ese entrenamiento, incluidos los psicológicos.

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La gratificación aplazada

El experimento incluía un cuestionario previo para analizar algunos aspectos de la personalidad del voluntario, incluida la capacidad de gratificación aplazada, es decir, de posponer una gratificación inmediata en favor de una mayor. Un ejemplo sería ser capaz de decir que no a un helado de chocolate a cambio de poder comerte dos más tarde. Es una forma generalmente aceptada de medir algo tan complejo como la capacidad de autocontrol.

Los voluntarios recibieron tres meses de entrenamientos en marcha y carrera, así como sesiones con los entrenadores donde recibieron consejos para mejorar su rendimiento. Cada semana repitieron los mismos cuestionarios del principio. Los investigadores descubrieron que tres de los cuatro voluntarios habían mejorado su autocontrol según las respuestas a las preguntas, mientras que el cuarto, que se había saltado varias sesiones de entrenamiento, no mostraba cambios significativos.

Cuatro son pocos para extraer conclusiones válidas, así que repitieron el experimento aumentando el número de voluntarios. Los resultados fueron los mismos: durante los tres meses de entrenamiento, y un mes después de haber terminado, los voluntarios reflejaron en sus respuestas una mejora en la capacidad de autocontrol a través de la gratificación aplazada, y la mejora era proporcional al número de sesiones de entrenamiento a las que hubiesen atendido.

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Sentirte bien ahora, o mejor después

Esto sugiere, según los autores, que el ejercicio es una forma eficaz y sencilla de mejorar el autocontrol, aunque estos resultados no indican cómo ocurre eso. Sin embargo, tienen algunas hipótesis. Por un lado, hacer ejercicio afecta a las partes del cerebro que participan en la toma de decisiones y las capacidades cognitivas superiores, lo cuál a su vez afecta al autocontrol.

Por otro lado, puede que se trate de un efecto psicológico. Hacer ejercicio es en sí mismo una gratificación aplazada para muchos de nosotros: nos cuesta y mientras lo hacemos no nos hace sentir especialmente bien, pero el sentimiento de satisfacción posterior nos impulsa a atarnos las zapatillas e irnos al gimnasio.

ROCÍO PÉREZ

https://www.vitonica.com/wellness/asi-es-como-hacer-ejercicio-aumenta-tu-capacidad-de-autocontrol




Reinventarse es posible a cualquier edad

Vivimos una época especial. Una época de cambios. Aunque muchos expertos ya estén hablando de un verdadero cambio de era. Ya nada será como antes. De hecho, reinventarse en el ámbito laboral o de las relaciones personales es ya una necesidad para muchos de nosotros.

Los avances en medicina, tecnología, robótica, Internet… todo está rompiendo barreras. De hecho, con una sola conexión a Internet y un ordenador puedes crear tu propio estilo de vida y vivir de ello… Suena simple y desde luego requiere de mucho trabajo detrás, pero es una realidad que cada vez irá a más.

Crisis vs. Oportunidad

Es más, algunos autores dicen justo lo contrario de lo que pensamos la gran mayoría. Si eres de los que piensan que la cosa está fatal, que no hay trabajo, que la vida es gris, que esto es un caos, que nuestros padres, abuelos vivían mucho mejor que nosotros, siento contradecirte. Nunca como hasta ahora hemos tenido tantas oportunidades a nivel de formación, aprendizaje, creatividad y creación de nuestros negocios propios.

Sí, se nos siguen poniendo muchas barreras, pero, a decir verdad, hoy cualquiera puede aprender de forma gratuita lo que se enseña en las mejores universidades del mundo, con una sola conexión a Internet y sin gastar apenas dinero. Antes, vivir en un pueblo perdido y proceder de una familia humilde era un verdadero impedimento para convertirse en alguien importante en la vida, acceder a una formación universitaria, conocer a gente interesante… En 2020, según Google, el planeta entero estará conectado a Internet.

Incluso las personas más necesitadas tendrán la posibilidad de formarse a distancia y de especializarse para destacar en algo. Es un hecho: jamás en la historia han existido tantas oportunidades como en el momento que estamos viviendo.

Tu vida actual es el resultado de tus pensamientos y emociones

Es posible que te hayan despedido y, si no es tu caso, seguramente conozcas a no pocas personas que les ha pasado. Puede que lo estés viendo todo muy negro en estos momentos y te estés repitiendo las míticas frases de “la cosa está fatal”, “no hay trabajo”, “pagan muy poco” o “a mi edad ya no me contratará nadie”.

Y puede que tengas razón. Pero la tienes básicamente porque crees en eso. Y es que nuestros pensamientos determinan nuestra vida. Donde te enfocas, va tu energía. Si te enfocas en la escasez, en lo que falta, en los problemas… en vez de las soluciones, la abundancia y oportunidades, tus resultados serán como los habías previsto.

Es la famosa profecía autocumplida: creamos aquello que creemos.

Si te pasas el día quejándote sin salir de tu zona de confort, si las preguntas que te haces se dirigen a quedarte como estás (“virgencita, virgencita, que me quede como estoy”), si tu mayor preocupación es que no te suceda nada peor de lo que ya tienes, no vas a poder crecer y todas tus acciones (resultado de tus pensamientos, tus emociones, las preguntas que te haces, tu energía, tu enfoque) irán encaminadas al retroceso, en vez del avance.

Y lo que ocurre es que no podemos quedarnos en un mismo sitio: o avanzamos o retrocedemos. Pero de ti depende hacia dónde dirigir tu energía, en qué enfocar tus pensamientos y por tanto, qué emociones vas a crear. Sí, aunque suene paradójico, somos dueños de nuestras emociones. Las emociones son el resultado de nuestros pensamientos y creencias. Si mis creencias son negativas o limitantes, las emociones que generaré serán del mismo tipo.

Deja de quejarte y toma las riendas de tu vida

¿Qué podemos hacer entonces? En primer lugar abandonar la actitud de víctima. Una víctima ante la vida piensa que los problemas dependen de otros, que hay culpables de lo que le pasa, sea ella misma o los demás (el Gobierno, los empresarios, su familia, los enemigos, la edad, la falta de voluntad o su incapacidad para cambiar).

Una víctima no se mueve de su zona de confort, pues vive encontrando excusas y contándose historias de lo que le sucede. Se aferra a sus excusas, que pueden ser su edad, su salud, la falta de recursos (dinero y tiempo), en vez de enfocarse en lo que sí tiene: ingenio, creatividad, capacidad de superación.

Ser capaz de crecer y de reinventarse a uno mismo no depende de unas cualidades innatas extraordinarias, como tal vez nos han hecho creer. Todos podemos llegar a ser grandes y triunfar en la vida. Absolutamente todos. Y si no me crees, te invito a conocer la increíble historia de personas como el gran científico Steven Hawking o Nick Vujicic, un hombre que nació sin brazos ni piernas y sin embargo está viviendo una vida llena de sentido.

¿Cuál es la diferencia entre esta gente que ha superado unas discapacidades físicas enormes y el resto de personas que tienen una salud totalmente normal y sin embargo no son felices? Que los primeros no se rindieron y se adueñaron de sus problemas, se responsabilizaron de sus vidas, en vez de culpar a los demás o al destino o a sí mismos. Decidieron que era el momento de reinventarse y actuar, pese a las adversidades. Tomaron la decisión de que serían felices, pese a todo.

Si quieres, puedes. La cuestión es: ¿realmente lo quieres? ¿Te gustaría de verdad abandonar una vida rutinaria y sin sentido y embarcarte en un viaje de búsqueda de tus talentos y vocación, dedicándote a aquello que te apasiona? Si personas que lo tenían todo en su contra consiguieron encontrar su camino, créeme, tú también podrás encontrar el tuyo.

¿Es posible reinventarse pasados los 40 o los 50 años?

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Todos sabemos que el mundo actual está en crisis. Pero ya no sólo crisis económica, sino de valores y, además, estamos viviendo una auténtica revolución laboral. Hace poco se han hecho oficiales unas cifras bastante alarmantes: según el informe de Davos (perteneciente al Foro Económico Mundial), en tan sólo 5 años se destruirán a nivel mundial nada menos que 5 millones de empleos.

Los contratos indefinidos y el trabajo para toda la vida están abocados a desaparecer. Así que si acabas de ser despedido o temes que esto pase, te invito a que en lugar de quejarte y sentirte impotente, tomes las riendas de tu vida y lo veas como una oportunidad para reinventarse como profesional. Cada vez son más las personas que dicen que haber sido despedidas fue lo mejor que les ha podido pasar.

Todos sabemos que en las crisis sale a relucir nuestro ingenio y nos volvemos más creativos. Mientras estemos en nuestra calentita zona de confort, nada nos moverá para que hagamos verdaderos cambios en nuestra vida. Pero cuando las cosas se empiezan a torcer, agudizamos nuestro ingenio y encontramos soluciones hasta ahora insospechadas.

También te puede suceder, como le ocurre a un 80% de empleados europeos, que no estés feliz en tu trabajo. Puede que te sientas estancado, desmotivado, puede que no estés de acuerdo con la política de tu empresa, con su manera de hacer el trabajo, es posible que sientas que necesitas cambiar, porque no ves posibilidad de progreso donde te encuentras ahora, o tal vez tu trabajo esté afectando a tu salud, cosa nada extraña en los tiempos que corren: demasiada presión laboral, muchas horas invertidas, trabajas también cuando llegas a casa o los fines de semana, tu vida personal o tu tiempo de ocio apenas existen.

Puedes decidir no hacer nada y quedarte exactamente donde estás ahora. O puedes decidir que es el momento del cambio, la ocasión de reinventarse. Hagas lo que hagas con tu vida, siempre estarás eligiendo, tomando una decisión.

Pero si alguna vez te has planteado que existe una vida más allá de la rutina, si alguna vez has soñado con una manera  diferente de vivir tu trabajo o incluso si has envidiado a personas que se están realizando a nivel profesional, que viven de su pasión, que aman lo que hacen y hacen aquello que aman, es que hay en ti esa necesidad, esa vocecita que de vez en cuando te hace despertar de tu letargo y te susurra que todo está en ti, que puedes y lo tienes todo a tu disposición para vivir la vida que quieres.

Reinventarse para tener el trabajo que mereces

No te voy a mentir: sentirás vértigo, miedo, te enfrentarás a esas creencias que en realidad no son tuyas, esas voces del pasado y la educación, la familia, la sociedad entera. Tendrás que justificarte o explicar a los demás que lo que haces tiene sentido, que no te has vuelto loco, que te mueven esa pasión, esas ganas de crecer y superarte, que te mereces una vida mejor, una vida llena de significado, de realización personal, de creatividad, de valores.

Porque te has cansado, simplemente te niegas a seguir una vida sin sentido, levantándote cada mañana de mal humor para ir a un trabajo que no te aporta nada, para seguir acatando órdenes de tus superiores o invirtiendo tu precioso tiempo en algo en lo que no crees, algo que haces con el único propósito de sobrevivir. Porque te has dado cuenta de que otra realidad es posible y que tienes dentro un gran potencial que está pidiendo a gritos que lo liberes, que desea expresarse a través de ti, a través de tus talentos, tus pasiones y tu propósito vital.

Nunca es tarde para reinventarse. Todo lo que acabo de contarte es en realidad parte de mi pasado. Pasé por todas estas etapas y sentí vacío, miedo, incertidumbre, dolor, apatía, desmotivación. Llegué a creer que no me merecía una vida plena, que el éxito y el triunfo no eran para mí, que nunca sería capaz. Pero me atreví, di el paso, me formé, aprendí muchísimo de mí misma y de mis emociones, logré potenciar mi autoestima, conseguí creer cada vez más en mi misma y poco a poco fui creando a mi otra yo: una mujer valiente, decidida, capaz, apasionada por su trabajo, que en lugar de esconderse da la cara y ve en los obstáculos y problemas una nueva oportunidad para crecer y aportar valor.

Por eso decidí que yo podía ayudar a otros a reinventarse y encontrar su camino: su misión, vocación, propósito vital para que logren realizarse a través de esos talentos que ya tienen, poder vivir de eso que les apasiona y poder aportar valor al resto con su trabajo. Se trata de un curso de auto-coaching para reinventarte y crear tu propia marca personal. Un curso intensivo, transformador, basado en los distintos enfoques de Coaching, Programación neurolingüística (PNL) e Inteligencia emocional: más de 40 ejercicios prácticos, vídeos y visualizaciones guiadas para conectar con tu esencia, tus valores, tu misión, conocerte a fondo, vencer tus miedos y limitaciones internas, ser capaz de enfrentarte al cambio, y crear una estrategia para dar los primeros pasos en este nuevo mundo laboral del que quieres formar parte, bien sea cambiando de empresa, de sector, de profesión… o emprendiendo por tu cuenta.

Más de 100 personas, independientemente de su edad, ya han empezado a reinventarse gracias a MailCoaching y están obteniendo resultados. Su valor real es superior a los 200 euros, pero lo puedes obtener ahora a sólo 97. Si deseas adquirirlo, aquí tienes el link para hacerlo de forma segura a través de PayPal, y con toda la información sobre el contenido del curso.

Y recuerda que si tienes dudas, puedes escribirme a mi email y preguntarme lo que sea en relación al curso de auto-coaching para reinventarse profesionalmente: coachingvocacion@gmail.com

Me gustaría despedirme con una frase que resume mi filosofía de vida: “no esperes a cumplir 80 años para preguntarte por qué no te has atrevido a apostar por tus sueños”. Y es que la vida es demasiado corta para no vivir tu sueño.

MARÍA MIKHAILOVA
Coach personal, escritora, formadora y conferenciante sobre crecimiento personal y desarrollo del talento. Postgrado en Coaching, Inteligencia Emocional y PNL por la Universidad Rey Juan Carlos y profesora del Máster de Emprendimiento Creativo (Madrid) – @mashamikhailova

http://www.cuidatusaludemocional.com/reinventarse.html




Superación personal e inteligencia emocional


En nuestra sociedad Occidental, se asume con mucha frecuencia, que tener alta preparación académica es sinónimo de éxito y superación personal en todos los aspectos de la vida; sin embargo, aunque a primera vista esto parece ser válido, lo cierto es que el éxito no solo depende de las habilidades académicas.

De acuerdo con Daniel Goleman, en los Estados Unidos se realizó un seguimiento hasta la edad mediana, a un grupo de 95 egresados de Harvard. Según este estudio, se encontró que los egresados que habían obtenido las calificaciones más altas en la Facultad, no habían alcanzado demasiados éxitos, en términos de salario, productividad y categoría profesional, en comparación con los egresados que habían obtenido calificaciones menores. Tampoco habían obtenido mayores satisfacciones en su vida, ni mayor felicidad en sus relaciones de amistad, familiares y amorosas.

Sin ahondar en estudios, en nuestro entorno local, la experiencia nos indica que aquellos que se destacan academicamente, no obtienen en automático los mejores puestos de trabajo, ni tienen necesariamente mejor calidad de vida, que aquellos con resultados académicos más bajos. Muy al contrario, en ocasiones se observa que es la gente con resultados académicos promedio, quien a la larga obtiene los mejores puestos y un mejor nivel de via. ¿A que se debe esto?

En los años recientes la ciencia ha descubierto que las emociones son tan importantes como la inteligencia académica, para lograr una buena calidad de vida. Cualidades como la empatía, la decisión, la habilidad para socializar y la capacidad para automotivarse, entre otras, son sin duda tan o más importantes que la inteligencia académica. El problema es que la escuela no aborda estos temas.

Esta ausencia de educación emocional, es la causa de que observemos en la sociedad el incremento de la violencia, el estrés, los divorcios y un sinnúmero de enfermedades relacionadas con emociones no expresadas, como la colitis y el cáncer.

En este contexto, desarrollar la inteligencia emocional o la capacidad para manejar y expresar nuestras emociones, es una necesidad que ningún ser humano, que desee mejorar su calidad de vida, debería pasar por alto. Entre los beneficios inmediatos de aprender a manejar y expresar las emociones, se encuentran, el mejoramiento de la comunicación y la relación con la pareja, hijos, padres y hermanos. En el plano personal, las emociones son fundamentales para una adecuada toma de decisiones.




La ciencia de hacerse rico, de Wallace Wattles


Durante mucho tiempo este libro (La Ciencia de Hacerse Rico de Wallace Wattles) me acompañó día y noche, en mis viajes, en mis insomnios, en los momentos donde perdía el rumbo, y en muchos otros. No era que tuviera todas las respuestas sobre el bien y el mal, dios o el destino del Universo, pero me daba un propósito, me marcaba un rumbo. No respondía a casi ninguna de las preguntas fundamentales, pero te da una pista fuerte.

Su mensaje es muy poderoso y he comprobado que funciona muchas veces, aún sin proponerme verificarlo. He pasado por el asombro en varias oportunidades, como si asistiera a un milagro. Pero lo más raro, un milagro anunciado.

Es un libro extraordinario, muy fácil de leer, muy bien escrito, y con un sentido didáctico muy claro y efectivo. Imposible no recordarlo hasta en sus más mínimos detalles, de tan bien escrito que está.

Luego recorrí otras historias, conocí otros mensajes y maestros, y encontré otros rumbos para mi ansiedad de saber, conocer, encontrar el sentido y el fin de las cosas. Pero este libro siempre quedó y quedará entre mis favoritos. Y sigo creyendo en él como el primer día. No te explicará los por qués del universo, pero te permite lograr muchas cosas.

https://vivir-mejor.blog/2020/01/28/la-ciencia-de-hacerse-rico-de-wallace-wattles/