Las ciudades post-coronavirus: así va a transformar la pandemia el diseño urbano

El miedo a las multitudes, la distancia social, el teletrabajo, la prohibición de alejarse a más de un kilómetro de la vivienda, la pandemia del coronavirus y el confinamientohan cambiado nuestra forma de relacionarnos con la ciudad y también su diseño.

Las primeras modificaciones han sido rápidas y circunstanciales como las restricciones de paso, las mamparas en los supermercados, las marcas en el suelo o los balcones reconvertidos en centros de la actividad social.

Pero muchos de estos cambios, que van desde los materiales de construcción hasta la movilidad urbana, están asentando las bases permanentes de las ciudades post-coronavirus.

Las epidemias y las ciudades

«La arquitectura moderna tiene más que ver con la defensa de la salud que con cualquier otra cosa», defiende la arquitecta española Beatriz Colomina.

Las enfermedades y los avances en el diseño de las ciudades han ido históricamente de la mano. A inicios del siglo XX, los arquitectos tomaron más ideas de médicos y enfermeras que de la teoría de la arquitectura, en particular se inspiraron en el diseño de los sanatorios para tuberculosos.

En su libro X-Ray Architecture, Colomina examina cómo la obsesión con la tuberculosis provocó cambios en la forma de edificar y habitar con espacios más higiénicos, que evitaran la concentración de polvo y paredes blancas.

«La enfermedad es lo que modernizó la arquitectura, no sólo los nuevos materiales y tecnologías», explica en una entrevistacon la revista de arquitectura Pin-Up. «¿Por qué? Porque una de cada siete personas moría de tuberculosis en el mundo, pero en una gran metrópoli, como París, era más bien una de cada tres. Los arquitectos tenían una muy buena razón para querer limpiar, no sólo estéticamente».

Las primeras leyes urbanísticas nacieron en el siglo XIX durante la Revolución Industrial para controlar las enfermedades infecciosas. Se implantaron para aumentar el tamaño de las viviendas, como que hubiera ventilación o que llegara la luz del sol, fueron gracias al miedo a la pandemia, a la tuberculosis y a otras enfermedades similares, dice a Euronews Carlos F. Lahoz, profesor de urbanismo de la CEU San Pablo de Madrid.

El sociólogo estadounidense Richard Sennet escribió que este poder transformador reside en que las epidemias afligen tanto a ricos como a pobres en las ciudades.

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¿Es compatible la ciudad sana con la ciudad ecológica?

En el foro «Repensando el mañana» de Telefónica, Sennet dijo que teme que la ciudad sana que demanda la pandemia de coronavirus sea incompatible con la ciudad verde, que se basa en la concentración y densificación de los transportes colectivos.

«La ciudad sana requiere que el sector del transporte, garantice de alguna forma una distancia segura entre los viajeros, algo incompatible con la forma en la que los transportes públicos funcionan».

La solución para esto, dice que sería el concepto de “la ciudad de 15 minutos” que está desarrollando París, en la cual es posible ir a pie o en bicicleta a los nodos de trabajo o compras.

Pero esta situación está fuera del alcance de la mayoría de las ciudades pobres, donde los lugares de trabajo o los colegios se encuentran muy alejados de los barrios u otras formas de asentamiento irregular. “No tiene sentido decirle a alguien que pase tres horas pedaleando al trabajo y luego tres horas para volver”.

«La cuestión y la gestión de la densidad es clave para entender lo que significa esta pandemia para las ciudades», concluye Sennet.

Pero la densidad es la forma más sostenible de habitar, señala Lahoz, puesto que la concentración de los servicios permite su acceso a una mayor población. «Es muy difícil pensar en un mundo en el que la población es cada vez más numerosa que pase por un mundo disperso».

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La apuesta por la bicicleta

«El temor de todos los que pensamos y trabajamos en urbanismo de que las ciudades post pandemia vuelvan a abrazar al vehículo privado», escribe el urbanista José Manuel Guzmán en la plataforma especializada Transecto.

Una de las principales intervenciones higiénicas a corto plazo a raíz del coronavirus será inevitablemente el auge del transporte privado ante la aversión a los transportes públicos, coincide Carlos F. Lahoz, pero no cree que esto necesariamente tenga que significar un aumento en el uso del coche. «La bicicleta es la alternativa más barata y efectiva, para habilitar vías ciclables, no necesitas cambiar la morfología de la ciudad».

Este profesor de urbanismo sostiene que la pandemia no va a reducir los espacios de bajas emisiones en las ciudades europeas, sino que los va a consolidar y ampliar.

Los vehículos privados ocupan un espacio que se va a necesitar para ampliar las aceras del centro de las ciudades. En medio de la pandemia, es difícil imaginar la masificación a la que estaban habituados lugares como la Gran Vía de Madrid o los Campos Elíseos de París en tiempo de rebajas.

Lahoz prevé que en aquellas ciudades como Madrid en las que ya habían comenzado un auge de la bicicleta, este medio se consolidará.

Precisamente, la ciudad italiana de Milán ha anunciado que entre los planes para superar la emergencia del coronavirus se encuentra la habilitación progresivo de 35 nuevos kilómetros de pista ciclable entre mayo y septiembre.

Las ciudades francesas también apuestan por la bicicleta. El Gobierno francés ha destinado 20 millones de euros para fomentar el uso de este medio en París, Lyon, Lille o Montpellier.

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